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Ciclo Homenaje a los Maestros

Dr. Adolfo Atchabahian A su memoria

 

 

 

 

 

 

Dr. Adolfo Atchabahian

A su memoria

Palabras del Presidente Guillermo O. Teijeiro en oportunidad de la Asamblea 2018 de la AAEF

Pocos días después de haber cumplido 90 años, el pasado mes de octubre, falleció el Dr. Adolfo Atchabahian, miembro honorario, ex presidente de la Asociación Argentina de Estudios Fiscales y director de esta revista Tributación hasta la fecha de su deceso.
De hecho, el último número de este año fue preparado bajo su dirección y supervisión. Ese número contiene una semblanza de Adolfo escrita a pedido de este Consejo por el Dr. Angel Schindel, nuevo director de la Revista.
Quienes despedimos a Adolfo en Jardín de Paz, lo hicimos como se despide a un grande, a un maestro que deja huella, en un profundo y respetuoso silencio y bajo un cerrado aplauso.
Nos deja su ejemplo y su legado: una vida profesional inagotable que transitó los más variados quehaceres: Taquígrafo de la Cámara de diputados en sus años jóvenes, asesor, juez de la primera integración del Tribunal Fiscal de la Nación, cargo que ejerció hasta 1967, Director de la Oficina de Finanzas Publicas de la OEA, consultor en el Centro de Corporaciones Nacionales de la ONU y del INTAL, consultor del BID y del Departamento de Asuntos Fiscales del FMI, profesor y prolífico autor en las áreas de tributación, Finanzas y contabilidad Pública, fue redactor, editor y director de importantes publicaciones tributarias
Adolfo fue el primer graduado en ciencias Económicas en asumir la presidencia de la AAEF en el año 1965, y fue miembro del Comité Científico Permanente de IFA entre los años 1994 y 1999. También presidió la Asociación Argentina de Profesores Universitarios de Contabilidad Pública entre los años 2000 y 2011.
Por su extensa y destacada actuación Adolfo recibió poco antes de fallecer el premio “Facultad de Ciencias Económicas a la Trayectoria Destacada” en el Área de Tributación
Pero por sobre todas estas cosas, Adolfo nos dejó su hombría de bien, su caballerosidad, su infinita generosidad y disposición para con los más jóvenes, su humor y su punzante pluma que nunca claudicó frente a la mediocridad, la chatura, el atajo, y la indecencia que lo revelaban.

¡Salud Adolfo! todos los que tuvimos el privilegio de conocerte, tratarte y gozar de tu amistad te vamos a extrañar, y mucho.